(...) Una contracultura la hacen los “disfuncionales culturales”. Tengo que confesar que la idea de “contracultura” como un nuevo motor, un segundo motor, que rompe la inercia cultural y la redirige —esto es, establece nuevos valores rectores—, me parece acertada. La contracultura retomó ideas del romanticismo, Marx, Freud, Buda, el neochamanismo, la literatura norteamericana, las vanguardias europeas y el rock, y las masificó. Una contracultura altera el orden social, y no sólo el orden ideal dentro de las elites neológicas y las microcomunidades críticas. En este sentido, la contracultura “triunfó”. ¡Se volvió New Age, self-help y consumismo! (...)
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