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La poesía se organizaba en el cuicacalli, su lenguaje simbólico era codificado por los tlatoltinime, los maestros de la palabra. Los sacerdotes estaban encargados de vigilar e incluso censurar la producción poética (para los géneros de importancia en los rituales; para los otros no debió ser tan estricto). Sin embargo, parece que existían "hermandades de poetas y de sabios", que reunían a sus miembros para el intercambio de ideas, de fórmulas, de recetas, para perfeccionar progresivamente el lenguaje de los símbolos... pero sin llegar a constituir jamás una "escuela literaria" propiamente dicha.
Hay cantidad de datos interesantes... Pero para efectos de este post, pasaré directamente a los distintos géneros de poesía náhuatl. (Ignoren los colores y demás, problemas de blogger.)
Teocuícatl
“Canto divino”, o canto religioso. Abunda en alusiones esotéricas y metáforas de significado cultural. En el tiempo de los aztecas, eran comprendidos plenamente sólo por los sacerdotes, sus guardianas y exégetas.
Himno a Xochipilli (Joven dios de la fecundidad, de la alegría y del amor.)Encima del campo de juego de pelota
hermosamente canta el precioso faisán:
está respondiendo al Dios Mazorca.
Ya cantan nuestros amigos,
ya canta el precioso faisán:
en la noche lució el Dios Mazorca.
Solamente oirá mi canto
ahora la que tiene cascabeles, la que tiene
rostro con mascara.
Solamente oirá mi canto,
Cipactonalli.
Yo doy orden en Tlalocan,
el Provedor orden doy.
En Tlalocan, el Provedor,
Orden doy.
Oh, he llegado acá
donde el camino se reparte,
¡sólo soy el dios Mazorca!
¿A dónde iré?
¿A dónde seguiré camino?
El proveedor del Tlalocan:
llueven los dioses.
Melahuacuícatl
“Canto franco” o incluso “canto llano”. Era el más estimado de los géneros de poesía histórica, con importante contenido religioso. Aparece como una saga o una oda nacional utilizada para temas que interesan a la vida de un pueblo en búsqueda de una primera forma de conciencia histórica.
La creación del mundo y el sacrificio de los dioses en Teotihuacan (fragmento)
Cuatro años había ardido el horno sacro allá en Teotihuacan. Y el dios de la vida, y el dios del tiempo, llaman al lleno de llagas y le dicen: -¡Tú tienes que sostener ahora al cielo y a la tierra! Y el dios se puso triste y dijo así: -¿Qué están diciendo? ¡Hay dioses allí! Yo soy infeliz enfermo. Llaman al dios que celebra su fiesta en 4-Pedernal. La luna es. Habla el dios de las lluvias , y habla el dios de los cuatro rumbos del mundo. Ellos lo mandaron. El dios llagado ya se pone a hacer penitencia: toma sus espinas de agave; toma su rama de abeto, se punza las piernas en sacrifico ritual y la luna hace su penitencia […].
Yaocuícatl y Cuauhcuícatl
Yaocuícatl, “canto de guerra, y el Cuauhcuícatl, “canto de águila”, representan las formas más significativas de la poesía épica o heroica de un pueblo que tenia en la guerra un aspecto importante de sus preocupaciones.
Melancolía del guerrero (primera parte)
¿Qué remedio? ¡Hazlo!
¿Qué remedio? ¡Anhélalo!
Son las flores del dios que da la vida…
¡Oh, tú por quien todo vive:
es por tu ayuda por la cual vinimos a vivir
en esta tierra, nosotros tus siervos!
¡Cuán grande es la riqueza de tus flores
del águila que allá se hallan tendidas…!
¡Ah, mi corazón teme…!
¿Cómo podré lograrlas?
Así en breve tiempo
en el campo del combate
en medio de la batalla,
donde el polvo del escudo se alza,
donde crujen los escudos y llueven los dardos
y caen vibrando sobre el cuerpo…
¡Ah, mi corazón teme…!
¿cómo podré lograrlas?
Cuecuechcuícatl
“Canto desvergonzado, impúdico” o “canto cosquilloso” es el género reservado a lo que conocemos como poesía erótica o burlesca. Por tal razón, son pocos los testimonios que sobrevivieron a las manos de los religiosos españoles.
El canto de las mujeres de Chalco (fragmento)
Una mujer: Póngase ya listas, hermanitas mías:
vamos, vamos a buscar flores,
vamos, vamos a cortar flores.
Aquí perdura, aquí perdura
la flor de la hoguera, la flor del escudo,
la que da horror a la gente, la que adiestra,
la flor de la guerra.
Otra mujer: Bellas son las flores:
con las de mi guirnalda adórnate,
flores mías son, soy mujer de Chalco.
Anhelo las flores, anhelo los cantos,
allí donde hilamos, allí donde residimos,
y ahora elevo un canto al rey Axayacatito:
lo tejo con flores, con flores lo rodeo.
Como bella pintura es bello su canto,
es como flor flagrante, olorosa que embriaga en la tierra.
¿Qué hay pues? en eso mismo estimo tu palabra,
oh criaturita mía, Axayacatito:
lo tejo con flores, con flores lo rodeo[...].
Xochicuícatl
“Canto de flores” o “canto de alegría”, es el género que representa, por excelencia la poesía lírica náhuatl. Se componía y se cantaba en las asambleas de los poetas, que permitía expresar sus sentimientos personales comulgando, al mismo tiempo, con las divinidades.
Poesía, flor que embriaga (Fragmento)
Cantemos ahora
ahora digamos cantos
en medio de la florida luz del sol,
oh amigos.
¿Quiénes son?
Yo los encuentro
en donde los busco
allá tal cual
junto a los tambores.
Yo no hago más que forjar cantos,
yo vuestro amigo,
el príncipe chichimeca
Tecayehuatzin.
¿quién? ¿Ya no todos nosotros
daremos placer,
haremos ser feliz
al sumo árbitro (Moyocoyatzin)?[...]
Icnocuícatl
“Canto de huérfano”, “canto del desgraciado” o “canto de angustia”, posiblemente la más bella y elocuente creación poética de la cultura náhuatl. De inspiración elegiaca y filosófica, abarca una temática muy amplia, pero principalmente: la vida como sueño, la obsesión de la muerte y la interrogación permanente frente al misterio de la vida. Es la forma más libre. Aunque la mayoría de la obra es anónima, hay casos especiales como el de Nezahualcóyotl (que era rey y podía firmar con su nombre), considerado el más grande poeta del México antiguo, el "Homero méxicano", dicen en el libro. El siguiente poema es una verdadera joya (aparece sin título):
Estoy triste, me aflijo,
yo, el señor Nezahualcóyotl.
Con flores y con cantos
recuerdo a los príncipes,
a los que se fueron,
a Tezozomoctzin, a Quahquauhtzin.
En verdad viven,
allá en donde de algún modo se existe.
¡Ojalá pudiera yo seguir a los príncipes,
llevarles nuestras flores!
¡Si pudiera yo hacer míos
los hermosos cantos de Tezozomoctzin!
Jamás perecerá tu renombre,
oh, mi señor, tú tezozomoctzin!,
así, echando de menos tus cantos,
me he venido a afligir,
sólo he venido a quedar triste,
yo a mí mismo me desgarro.
He venido a estar triste, me aflijo.
Ya no estás aquí, ya no,
en la región donde de algún modo se existe,
nos dejaste sin provisión en la tierra,
por esto, a mí mismo me desgarro.
Este caso es bien interesante: "Escrito probablemente en los inicios de la dominación española... Más allá de su recuerdo, la dolorosa percepción de la implacable fugacidad del tiempo reviste aquí un aspecto universal y desgarrador. El título, que hemos tomado de Francois Villon intenta subrayar una notable concordancia temática y de estilo.
Balada de los señores de los tiempos pasados
¿Ha de venir otra vez
el príncipe Cuauhtli Cacámatl?
¿Ha de venir otra vez
Ayocuan que flechó al cielo?
¿él habrá de daros gusto aún?
¡No vendrán segunda vez
los que por siempre se fueron!
Por eso me pongo triste
y lloro por el rey Ayocuan:
¡él aquí jefe de guerra
que nos regía con imperio!
Pero ha sido glorificado,
ha ido a unirse a la cuenta de otros.
¿No acaso lo conocieron
mi madre y mi padre?
Por eso lloro esto:
¡Están en el sitio de los sin cuerpo!
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