Al nihilismo satisfecho de los poderosos corresponde el nihilismo ambiguo de los artistas rebeldes. El destino del rebelde era la derrota o la sumisión. La primera es casi imposible ahora: los poderes sociales aceptan todas las rebeliones, no sin antes cortarles las uñas y las garras. No creo que la rebeldía sea el valor central del arte, pero me apena la simulación o la utilización astuta de uno de los impulsos más generosos del hombre/ Octavio Paz
El gobierno de Chiapas figura por no escatimar recursos, y contrario a lo que se busca -democracia de por medio- desemboca en soluciones que como un largo pliego petitorio se escriben y aplauden con seis años de anticipación, periodo donde se salvaguardan todos los recursos disponibles para engañarse-engañarnos un poco.
Colores, palabras, prodigios, el gobierno de Chiapas levanta ejércitos de poetas, ecologistas, periodistas, neozapatistas, ministerios, juristas, narcos, judiciales, feministas que como fanáticos irredimibles demuestran su desprecio a esa minoría no dispuesta a someterse a las verdades comunes.
El gobierno de Chiapas, en su insoportable necedad por leerse en los medios, vive su slogan "solidario" en primera persona, y reúne la mayor cantidad de empresas dedicadas a la pronta difusión. Por lo que de manera proporcional a sus aspiraciones de grandeza hace de "su televisión y radio oficiales" la ingestión de su mundo arcaico, estético sí, pero superficial por el exceso de cortesanos.
Un pueblo habla por sí mismo con su trabajo, el cual es origen, testimonio y descripción. Un pueblo se construye con azules, sepias, violetas, naranjas y entraña ensoñaciones sin telas que fijen pasarelas, etiquetas y además el pago de la diferencia.
No es Chiapas el Instituto de Artesanías con su diseñador de moda, ni las top models que ayudan a girar los puntos de fuga del erario. No es Chiapas Juan Sabines Guerrero y su santa madrecita que soñó ser miss Mundo, ni las comadrejas de la oligarquía -eterna y rancia oligarquía chiapaneca- espantadas del entorno rural.
Pero no cabe duda que seis años de esto garantizan un montón de tragicomedias.
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