La novelista Talisma Nasreen está en París por el lanzamiento de su nuevo libro, “En mi prisión” (Ed. Phillipe Rey. 2008). Su trigésima segunda obra reúne textos desgarradores escritos en su "jaula de oro” en India. El próximo miércoles recibirá en manos de Rama Yade el premio Simone de Beauvoir.
Poeta, novelista, ensayista, Talisma Nasreen se ha consagrado por sus escritos que denuncian la condición de las mujeres en su país, Bangladesh. Descendiente de una familia acomodada y culta, comenzó a escribir desde la temprana edad de los 15 años, mientras, de manera paralela, se adentraba en el dominio de las ciencias. Hizo estudios de medicina con especialidad en ginecología y ha trabajado en ese campo en un hospital público de Bangladesh. Tanto en sus poemas como en sus novelas, no se ha contentado con denunciar los males que sufren las mujeres en su país natal; también ha sido vocera de las más íntimas aspiraciones de las mujeres, a las cuáles el sistema patriarcal no les reconoce ni el derecho al deseo ni la libertad de disponer ellas mismas sus propios cuerpos. “Yo escribo sobre la necesidad que tienen las mujeres de comprender el por qué son oprimidas y el por qué deberían luchar contra esa opresión” declara. “Durante siglos, las mujeres han aprendido que son las esclavas de los hombres, se ha supuesto que no deben ni pueden protestar contra el sistema patriarcal, que deben guardar silencio sobre aquéllos que abusan de ellas. De modo que ha sido difícil para las mujeres aceptar la idea de que son, de hecho, seres humanos, y que tienen la libertad para vivir como tales de manera independiente y equitativa.”
Sanando cuerpo y alma.
Siendo médica ginecóloga, Nasreen ha visto de cerca el sufrimiento de las mujeres causado por la imposibilidad de tomar decisiones concernientes a sus cuerpos y a su sexualidad. La novelista ha hecho esto materia de su obra singular y subversiva, contando el drama de las esposas que luchan contra sus maridos a los cuáles rehúsan obedecer, el sufrimiento de las mujeres contaminadas por sus esposos sifílicos o con otras enfermedades. Nasreen ha denunciado estas situaciones dramáticas sobre todo en sus ensayos y en artículos de periódicos progresistas donde ha hecho su reputación como escritora militante y comprometida.
Durante 1990, animada por el popular éxito de sus artículos y obras, Nasreen atacó directamente al oscurantismo religioso. Según ella “el Islam es el responsable de los males que sufren las mujeres en Bangladesh”. En ese aspecto, el año de 1993 es un cambio en la vida y obra de la joven escritora. Publica “Lajja”, que significa “La vergüenza” en bengalí. Esta novela narra las atrocidades cometidas contra las minorías hindúes en Bangladesh en diciembre de 1992, seguida de la destrucción de una mezquita al otro lado de la frontera, es decir, en India. Nasreen habla sobre verdaderas atrocidades, acusa a los fundamentalistas de haber avivado el odio comunitario y señala con el dedo al gobierno que no hizo nada para proteger a las minorías amenazadas.
El libro se vende en millares de ejemplares, pero ha desencadenado la cólera de los fundamentalistas musulmanes que han lazado amenazas de muerte contra ella. La acusan de haber atacado a la sensibilidad religiosa musulmana. Acorralada por sus enemigos, Talisma Nasreen no pudo vivir más en Bangladesh y tuvo que exiliarse. En agosto de 1994, parte a Europa donde “Lajja” había sido, entre tanto, traducida y había logrado mover la opinión pública y los gobiernos a su favor.
Bengalí en el interior y en el exterior.
Desde entonces, Talisma ha compartido su vida en Estocolmo, Berlin y los Estados Unidos (donde vive su hermana), antes de establecerse en el 2005 en Calcuta (capital de la Bengala India) con el fin de acercarse a la cultura de la que desciende. Tiene necesidad de la proximidad de su tierra natal para continuar escribiendo, acto que para ella es sinónimo de vivir. “Mientras sobreviva llevaré conmigo los paisajes de Bengala, su sol, su tierra húmeda, su esencia”, dice. O aún más: “Yo soy bengalí en el exterior y en el interior; yo vivo, yo respiro, yo sueño en bengalí”.
Desgraciadamente, los musulmanes -que constituyen una tercera parte de la población de la Bengala india- no ven con buenos ojos su presencia y reclaman su partida. La situación empeora en el 2007, seguida a la fatua que pide su expulsión. Las manifestaciones organizadas por los fundamentalistas musulmanes empujan al gobierno a alejarla de Bengala. El destierro, que debía realizarse en algunos días, se eterniza. Trasladada de una provincia a otra, además de estar encerrada en un total aislamiento en Delhi por el gobierno federal, Nasreen debe decidirse a retomar el camino hacia Europa con la promesa incierta que podrá, un día, volver a Calcuta, y rencontrar “mi gato, mi libros, mi oficina”. “De tanto esperar me siento como un pez condenado a vivir fuera del agua…” apunta con los ojos reprimiendo las lágrimas.
Una traducción mía que podría ser peor de:
Taslima Nasreen reçoit le prix Simone de Beauvoir por Tirthankar Chanda.
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