Monday, June 2, 2008

La literatura de América es apócrifa

Heriberto Yépez/ Laberinto

La literatura hispanoamericana, al suicidar su cosmopolítica autoúrgica —trabajar la propia tierra en consonancia con un post-colonialismo internacionalista—, nos entregó a lo Globo Lover, el Canon Reloaded. Nuestra psicohistoria: la literatura latinoamericana nació tarde. Cuando apareció, la literatura oxidental marcaba medianoche. Nótese este fenómeno que explica toda nuestra literatura: cuando maduramos (siglo XX), todos los géneros europeos ya estaban construidos.

La Forma ya había sido definida. Sólo restaba cometer sus variaciones.

La poesía, el ensayo, la novela ya habían anochecido cuando nosotros amanecimos como epílogo, coda, remate o tiempo extra en la historia de la literatura. Los americanos debutamos al mismo tiempo que lo clásico y lo moderno se despedían. Nuestra literatura jamás podría ser canónica. Si es canonizable significa que no es parte de lo americano. Lo americano es la inserción imposible. A América le tocó falsificar “literatura”, ya convertida en una gran cita.

Somos literatos extemporáneos. Nuestra literatura más original ha nacido de la negación a continuar. O de esta anexa tradición paralela. Palabra FANERA. Sujeto injerto. No querer novelar: Macedonio. Y de Macedonio toda la mejor literatura argentina. No querer poetizar: Parra. Y con Parra, el absurdo del sujeto lírico.

No querer hacer cuento o ensayo: Borges, que ideaba reventar irreverentente la literatura europea desde un margen malvado. El concretismo, el neobarroco o el experimentalismo norteamericano son también artificios lógicos del modo apócrifo. No tanto lo nuevo como el más allá de lo literario.

Como sabemos, canónico se refiere a los libros bíblicos aprobados como legítimos dictados del Espíritu Santo; apócrifo, lo que se creyó espurio, interpolatorio, mal copiado. Lo inadmisible.

Lo apócrifo tiene dos sentidos. El peyorativo y el esotérico. En lo peyorativo, la literatura americana es apócrifa porque es derivativa de la oxidental. Tardía. Colonial. Fingida. Sus “grandes” obras son adaptaciones de estructuras foráneas. América emula.

En lo esotérico, tiene que recordarse que apócrifo significa oculto. Lo apócrifo, no se olvide, es el corpus gnóstico.

Este sentido no hay que trascordarlo: lo apócrifo es lo heterodoxo desautorizado. Lo que queda fuera del Libro oficial. (La literatura americana no es la única literatura apócrifa. También lo es la literatura femenina. Y la literatura japonesa).

¿Cómo retomar la revolución interrumpida?

Regresando a la conciencia de que la historia de la literatura oxidental ya terminó en el siglo XX y comprendiendo, entonces, que hay dos caminos.

Hacer remakes de sujetos y estructuras literarias oxidentales. Pedirle caridad al canon (ya clausurado). Ser un buen afterparty.

O aceptar nuestro destino apócrifo. Y sus consecuencias gnósticas...

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