Qué puñeta. Pero qué ordinariez, que puta, puta falta de delicadeza. Qué puñeta. Ese bastardo, esos bastardos, qué falta de bastardo gusto./ Salman Rushdie en Los Versos Satánicos
grabado de domingo flores saldaña
Gobierno y periodismo parecen ser la ruta abierta a aprecios depositados en efectivo y que no tardan ni una crítica para encontrar pruebas que a ambos beneficien.
Supuesta oposición de discursos por iniciar medios, dedicatorias, coautores de la nota en un territorio libre de inteligencia (porque primero idiotas que renunciar a la patria Scotia Bank).
Supuesta oposición de discursos por iniciar medios, dedicatorias, coautores de la nota en un territorio libre de inteligencia (porque primero idiotas que renunciar a la patria Scotia Bank).
Por eso ni apologías ni autocríticas porque el periodista, ante todo, es el principal administrador del corral donde la autocensura es balanceada, matizada, hasta “bonita”. Suerte de alfabeto donde predominan las “heces” y la “kk” con sus respectivos personajes y pericias para salvaguardar el honor de mister Sabines, el cual ha resultado un excelente reclutador de coristas para el dream team de tenderos (como suelen ser los empresarios chiapanecos).
Periodismo: empresa familiar, oficio de apariencias, lengua de serpiente irrelevante. La crítica, por ende, se escribe desde una provincia superficial y rejega, que como en una fiesta de disfraces aparecen osos, jirafas, conejos, cangrejos, comadrejas condescendientes hasta la humillación. Acostumbrados a comer las sobras se vuelven espectadores generales, aficionados a los dispendios cortesanos para hacer periodismo de lava platos.
Insisto, la conversión automática de la rancia oligarquía tuxtleca hacia quien ejerce el poder permite un mundo de licencias que rayan en el ridículo, la sinvergüenzada y el rebuzno. Y como si fuera la primera página de una nueva historia, el actual gobernador de Chiapas aparece como un cerdito casi a punto de elevarse de tan inmaculado.
Pero nada que ver con el legendario álbum de Pink Floyd, por supuesto, sino con la forma de ejecutar en los sótanos lo poco que nos queda de dignidad. Eso sí, sin ofender su tan cacareado amor a Chiapas, porque este texto sería una especie de hara-kiri xenófobo para esos editores que comparten, entre sí, su linda inocencia.
Espejito, espejito ¿Verdad que aquí no existe la censura?
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