Un sonido de tiquitiqui y tacataca me levanta de la cama. El ruido proviene de una luz remota presa en un frasco de ojos; esto porque los sueños -en su proceso de cristal- tintinea ostentoso hasta dibujarme barba, melena y bigote.
El tiquitiqui y el tacataca sigue en su ley implacable ¡Qué importa mi imagen de pirata!. El sonido me salpica de pepitas y ciruelas, y mis pies se hunden en alfombras de playa y costa, por eso el mar de sábanas anchas.
Pero seguro de que mil tiquitiquis y tacatacas de dos despistados ratones no pueden romper la dura cáscara de mis cocos y mis balas "chili peppers", tapo bien mis pies y orejas; porque resuelto el misterio, ustedes también pueden escribir cuentos desde la cama.
El tiquitiqui y el tacataca sigue en su ley implacable ¡Qué importa mi imagen de pirata!. El sonido me salpica de pepitas y ciruelas, y mis pies se hunden en alfombras de playa y costa, por eso el mar de sábanas anchas.
Pero seguro de que mil tiquitiquis y tacatacas de dos despistados ratones no pueden romper la dura cáscara de mis cocos y mis balas "chili peppers", tapo bien mis pies y orejas; porque resuelto el misterio, ustedes también pueden escribir cuentos desde la cama.
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